sábado, 11 de mayo de 2013

Prefiero recordar las obras del Señor




Cuando el alma agoniza en la perplejidad de la prueba, y la perplejidad merodea lo suficiente en mi alma, ésta se alimenta con el lodo del desaliento y así  se torna en cinismo y desconfianza. Su purulenta marea ahoga nuestra fe, sofoca nuestra habilidad de ver a Dios interviniendo en nuestras vidas y su fiel y omnipotente presencia operando siempre en nuestro favor.  La agonía de las circunstancias reales se agolpa y la agonía de la desesperanza que es aún mayor.

Lo que al principio no es nada más que un desacertado pensamiento y sin duda una falsa percepción de la realidad, si le damos el suficiente tiempo para merodear alrededor de nuestras cabezas pronto germinará, y allí extenderá sus raíces  y se tornará en una actitud que el mundo moderno sin distinción de edad, género, estatus social o económico conoce muy bien: Depresión. De acuerdo a un estudio publicado por el CDC en USA uno de cada diez adultos padece de esta enfermedad, cuyas características son entre otros, mal humor o tristeza, falta de interes en actividades, cambios en el apetito, el sueño o en los niveles de energia. Tienen problemas para concentrarse, para razonar y para tomar desiciones.  Y los síntomas emocionales presentes son, sentimientos de culpa, baja autoestima o verguenza y las personas con estos síntomas tambien experimentan profundo desaliento hacia el futuro o que la vida no vale la pena vivirla. Lo  que comienza como un pensamiento, luego que torna en una actitud de vida que arraigada y reciclada genera emociones que aunque esporádicas y desagradables al principio, poco a poco se tornan en un estado emocional permanente imposible de controlar y revertir. Mi teoría es que progresivamente se establece un nuevo equilibrio neuroquímico y así todo nuestro ser espiritu, alma y cuerpo estan controlados bajo los opresivos tentáculos de la depresión.

Solo Dios tiene la cura para esta siniestra enfermedad.  Porque la sanidad debe comenzar por el mismo lugar donde comenzó. En nuestro espíritu; alli donde aceptamos las mentiras del diablo y el resto de la patología se instala progresivamente. Quiero aclarar sin embargo que cuando la depresión se ha somatizado, el organismo debe ser tratado integralmente. Y si bien al final de cuentas la cuestión es entre el individuo enfermo y Dios, a este punto la persona necesita de la asistencia capacitada y profesional;  la persona con depresión no puede, no debe estar sola. El amor y la consideración de la comunidad creyente, la consejería pastoral, y el tratamiento médico deben ir de la mano de modo armonioso para rescatar a alguien que ya no puede salir del pozo por sí mismo.

 La pregunta es ¿como apropiarnos de la medicina?
                                                                                                                                                                                            
La respuesta esta en el Salmos 77:11  Me acordaré de las obras de JAH: Sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas.

La enfermedad de la que hablamos no es una mera enfermedad física, a pesar de que como ya dije, se puede llegar a somatizar severamente lo que requerirá eventualmente la asistencia profesional responsable.  Esta es la enfermedad del espíritu humano que clama a Dios en debilidad, que se queja, que desmaya, que padece insomnio, no cesa de llorar, se quebranta, enmudece, se cuestiona Salmo 77:1-9 Porque se sienta en el centro de sus circunstancias y éstas dominan su panorama. En este círculo visioso la mente tiene una dinamica tortuosa de debatirse entre la verdad Dios y las múltiples mentiras del diablo. Dios es Verdad, el diablo necesita muchas mentiras porque en cada paso que damos la Verdad de Dios destruye cada mentira que el enemigo pone en nuestro camino, en su astucia creativa más no creadora, continua poniendo nuevas mentiras.

El último paso siempre es el del sentirse desechado y abandonado. Cuan espantosa es la ideas de ser abandonado por Dios. Y pensar que el único realmente desamparado una vez fue el Señor Jesucristo en la cruz. Aun alli Dios el Padre me puso a mí en primer lugar,  la Biblia dice que Dios lo desamparó a Jesús para ampararme a mí. ¿Y después de eso Dios me va a desechar? ¿Dios no volverá a amarme? ¿Sus misericordias para mi cesarán perpetuamente? ¿No habrá más promesas que yo pueda clamar? ¿Se habrá rodeado de ira por mí? No es que no tenga razones para estar enojado conmigo!!! . Todo este razonamiento es pura enfermedad.

Salmos 77:11  Me acordaré de las obras de JAH: Sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas  ¿No hizo nunca nada antes por mí? Por supuesto que sí, cada uno tiene su glorioso testimonio. Haré memoria de las maravillas antiguas llevaré mi mente, mi corazón a la Cruz una vez mas y allí me quedaré. Forzaré mis ojos mas alla de mis miserebles condiciones actuales y contemplaré sus obras en la Creación magnifica que habla de su deslumbrante poder y entonces hablaré, desataré mi lengua para hablar no de mí que soy un tema tan aburrido como sombrío, mas hablaré de Él. Y así continuaré preguntando, pero ahora las preguntas tienen respuesta y las respuestas son gloriosas

Salmos 77:13  Oh Dios, en santidad es tu camino: ¿Qué Dios grande como el Dios nuestro?
Y entonces mi enfermedad desaparece, mi alma es libre, en todo soy más que vencedora, y el Nombre de Cristo es glorificado en mi vida.

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