viernes, 4 de enero de 2013


¿Crecer? ¿A mi edad?

2Pe 3:18  Antes bien,  creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.  A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad.  Amén.


Al leer este versículo cuando aun me estoy despertando, a pesar de que no es muy temprano pues estoy de vacaciones y me estoy permitiendo ciertas indulgencias; me causó risa, y no pude contenerme ¿será así como se rió Sara?

Crecer es una paradoja considerando que mi estatura se estancó en mi temprana adolescencia, con eso quiero decir mucho tiempo atrás. Por otro lado  la mayoría de las mujeres de mi edad comienzan a perder tejido óseo lo que implica una reducción del tamaño de la caja ósea y se ponen más pequeñas.

 Por un momento me resulto hasta jocoso pensar "¿Crecer?...... ¿yo?.... ¿A esta edad? No estaría tan mala la idea. De ese modo podría descansar de mis elegantes pero tortuosos zapatos que me ayudan a disimular mi bajita estatura. Cambiaria mi punto de vista del mundo físico en el que me muevo, quiero decir que podría sin esfuerzo ver siempre un poquito más allá. Sería posible por fin poner de lado todos los subterfugios, tales como sillas, escaleras o más de uno que otro ridículo o peligroso peldaño improvisado que hasta comprometía mi integridad física, que he tenido que usar  para alcanzar objetos que estuvieran encima de 2 metros de altura. Podría mirar a muchos de mis estudiantes cara a cara. ¡Qué divertido! pero Dios no me está hablando de este tipo de crecimiento.

A medida que el café va despejando la modorra de mi lánguido cerebro, la luz de las Escrituras se torna más firme y yo más seria. Sin remover el gozo que es despertar a un nuevo día de vida, aunque sea un día menos de vacaciones de invierno, 'Crecer" sigue siendo un desafío, algo que con mi estatura y con mi edad aun es posible, aun es una meta, aun es una tarea.

Mi crecimiento es interior, no físico. Sobre este último tópico ya meditamos en otra ocasión. Mi crecimiento no es material. Mi espíritu renacido en Cristo por medio del Espíritu Santo en el momento que deposité mi fe en mi Salvador por la Voluntad del Padre, fue engendrado espiritualmente para crecer, y crecer con el propósito exclusivo de llegar a la estatura del Nuevo Hombre que es Jesucristo, ya que el viejo hombre Adán me ha transferido la naturaleza que perece. Crecer no solo es una necesidad imperativa, es una realidad viable puesto que Quien la ordena también la energiza.

Como todo crecimiento, el crecimiento espiritual no solo tiene parámetros, también tiene requisitos. Dios el Creador no solo ha puesto en nuestro espíritu renacido la habilidad de crecer como también ha declarado en su la Palabra la metodología necesaria para crecer y ha provisto el  modelo hacia el cual nuestro crecimiento apunta.

En primer lugar crecemos en la gracia. De 32:2  Goteará como la lluvia mi enseñanza;  destilará como el rocío mi razonamiento,  como la llovizna sobre la grama, como las gotas sobre la hierba. Crecemos solo porque Dios lo ha decidido así y porque Él nos capacita por medio del Espíritu Santo con el mismo poder que resucitó a Jesucristo de los muertos, lo único que depende de mí para crecer es mi obediencia y sumisión.

Como toda planta necesita un terreno para su sustento y contención, nosotros somos plantados en Cristo, por lo que crecemos en Él. Efe 4:15  sino que,  siguiendo la verdad en amor,  crezcamos en todo en aquel que es la cabeza,  esto es,  Cristo.

En segundo lugar crecemos a través del conocimiento del Señor Jesucristo y Él ha sido íntegramente revelado a través de las Escrituras. 1Pe 2:2  y desead,  como niños recién nacidos,  la leche espiritual no adulterada,  para que por ella crezcáis para salvación. Diligente estudio de la Biblia y meditaciones de la Palabra que se hagan consistentemente son las herramientas provistas para nuestro conocimiento de Jesucristo, y así la Palabra plantada en nosotros crece, madura, fructifica.

Nuestro conocimiento de Cristo produce en nosotros un desarrollo gradual que se produce a medida que mas virtudes son añadidas a nuestro carácter 2Pe 1:5-7  Por esto mismo,  poned toda diligencia en añadir a vuestra fe virtud;  a la virtud,  conocimiento;
     al conocimiento,  dominio propio;  al dominio propio,  paciencia;  a la paciencia,  piedad;  a la piedad,  afecto fraternal;  y al afecto fraternal,  amor. 

Estas virtudes nos hacen a su vez fructíferos 2Pe 1:8  Si tenéis estas cosas y abundan en vosotros,  no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Otras vidas serán bendecidas, edificadas, desafiadas, sustentadas, protegidas y aun salvadas por la implacable influencia espiritual que ejerzamos a nuestro alrededor. El enemigo no tendrá suerte ni parte en los ámbitos en los que nos movamos si es que esas virtudes fluyen de nosotros. Caminaremos sobre su cabeza destrozando sus estrategias y desbaratando sus planes y huira de nosotros.

Finalmente, el modelo hacia el cual apunta nuestro crecimiento es también Cristo el Varón perfecto Efe 4:13  hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios,  al hombre perfecto,  a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

El Señor Omnipotente llenó de risa la boca de Sara, pues a su edad ella fue instrumento de lo imposible, parir un hijo a la edad de 90 años. El Señor llenará de risa nuestras bocas con otro imposible en nuestras vidas crecer a nuestra edad. Tal perspectiva no podría ser mejor para este nuevo año que comienza. Bendito sea el Señor

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