El pasaje de esta mañana es fascinante. Josué 5:12. …. Y el mana cesó el día siguiente, desde que comenzaron á comer del fruto de la tierra:
y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos
de la tierra de Canaán aquel año.
Toda una generación había crecido alimentándose de mana únicamente, no conocían otra forma de
sustento. Día tras día saboreaban la misma nutritiva provisión, sabían a que hora recogerlo,
cuanto recoger. A la hora de la necesidad la provisión estaba allí. Todo lo que tenían que hacer
era salir y recoger.
Sin embargo llegó el día en que un nuevo sabor
penetró su paladar, una nueva textura alertó sus sentidos, esta vez fueron y recogieron, elaboraron, y gustaron
el fruto de la tierra. Ya no era más la provisión del cielo, ahora era la
tierra la que proveía. No!, que error pensar tal cosa. Dios había cambiado la forma de
sustento. Como atribuir a la tierra el poder de proveernos, cuando sabemos que
es Jesucristo quien sustenta la tierra con la Palabra de su poder. La tierra obediente,
sujeta a las leyes a la que Dios Creador
la ha subordinado, producía el fruto que ahora esta generación victoriosa que entraba
a poseer la Tierra Prometida, podría cultivar, iría a gusta y debería administrar.
El Señor abruptamente rompe con el hábito
adquirido en el desierto por toda una generación. Tal cambio no debió haber
sido fácil, considerando que para algunos pudo haber sido una aventura puesto
que los consumía el hastío de la rutina;
para otros un desafío ya que deberían aprender, educarse, lidiar con el
fracaso hasta que las nuevas habilidades
fueran desarrolladas y pulidas. Para otros una razón más de perplejidad puesto
que no estaban emocionalmente preparados para los cambios; la seguridad de la rutina, la confianza de lo
predecible ya se había esfumado. Para otros una razón para estar nostálgicos de
una era que acababa de morir delante de sus ojos, ya nada era como antes.
Deambular por el desierto no fue fácil, pero no podían controlar la mediocre
mentalidad de que “más vale viejo conocido que nuevo por conocer”.
¿Cómo veo hoy mi pasado en el desierto?
¿Cómo me siento hoy acerca de aquella rutina tan familiar, tan cotidiana que me
cercaba que ahora ya no existe? ¿Cómo me siento con respecto a mi Dios soberano
que en su voluntad cesó el mana y me alimenta ahora con el fruto de la tierra? Todo
me es desconocido, tengo todo por aprender, por todo tengo que esforzarme, se que
enfrentaré fracasos y deberé comenzar otra vez de cero. ¿Me impulsa la fe de
saber que hay un capítulo fascinante de mi vida que Dios va a escribir durante
este año 2014? A medida que transite los dias de este año nuevo Dios ira escribiendo un libro acerca de mi, y
otro acerca cada una de sus hijas. Como se desarrollarán los eventos en esta Tierra Prometida del nuevo año es un
misterio que se revelará de apoco. Pero una cosa todas nosotras sabemos y es el
magnífico final. Por lo tanto mi resolución
este año es ser el lápiz con que el Autor y Consumador de la fe, escribirá mi
historia. Mi sudor o mis lágrimas al recoger los frutos de la tierra, serán la tinta. El primer capítulo fue la
Cruz, el final es el Cielo; que hay entre los dos solo Él lo sabe. Pero tengo certeza absuluta de una cosa: todo será
bueno para mí porque Él me ama.
De modo que para ti y para mi Feliz Año Nuevo.
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