Cantar
de los Cantares 1:7 Cuéntame, amor de mi vida, ¿dónde apacientas tus rebaños?,
¿dónde a la hora de la siesta los haces reposar? ¿Por qué he de andar
vagando entre los rebaños de tus amigos?
Esta mujer
tiene un gran amor, solo que ese amor está ausente y la ausencia causa en ella
una sed de su presencia tal que la hace sentir enferma de soledad y angustia.
En su búsqueda, se encuentra con los amigos, los cuales aprecian su belleza y
la invitan a pasar su tiempo con ellos. Pero ella no se distrae, ella sabe que
su insaciable alma solo puede ser calmada con la presencia del Amado. Hay
buenos pastores o maestros en nuestras iglesias, hay buenos escritores en
nuestro medio evangélico y de una manera u otra ellos se llevan nuestra
atención, su compañía no es mala pues ellos también son amigos del Amado,
sin embargo así como la Sulamita no se satisface con lo que esta camaradería
de santos le podría proveer, ella busca intensamente a su Amado. Así mismo deberíamos
hacer nosotras.
Su
tiempo de separación había dejado una marca evidente en ella. Su piel se había
tornado morena, quemada por los rayos fragosos del sol del mediodía palestino.
¿Qué hacia fuera del palacio esta joven escogida? ¿Que razón había para que
ella hubiera perdido el lozano aspecto garantizado por la protección que le proveía
el refugio del palacio?
La razón
está dentro de su propio entorno familiar. La escogida despierta el enojo entro
los suyos propios y se ve obligada y sometida a cuidar de viñas ajenas con un
costo muy alto. Tuvo que abandonar su propia viña. Cuantas veces tantas de
nosotras, que estamos abocadas a una intensa relación personal con Cristo,
vemos como el enemigo usa nuestro propio entorno familiar para distraernos de
nuestra labor diaria más importante que es nuestra comunión con el Rey y Pastor
de nuestras almas el Señor Jesús.
Cuéntame
amor de mi vida ¿donde estas? Tus amigos me distraen, mis hermanos me
atan, ¿Donde apacientas tus rebaños? Porque es allí donde quiero estar. Tú llevas
a tus ovejas a delicados pastos y manantiales que fluyen frescos; los haces
descansar a la sombra de la peña que eres Tu mismo, cuando el fragor del
sol es mas intenso. Tú eres mi sombra y mi refugio.
¿Porque
he de andar vagando entre los rebaños de tus amigos? Sin rumbo fijo, sin
respuesta a mis preguntas, sin agua para mi sed mas intensa, sin sanidad para
mi enfermedad sin nombre, con mi lamento a cuesta, como abandonada y en
permanente duelo. ¿Porqué?
Finalmente
los verdaderos amigos muestran el camino "Ve tras la huella
del rebaño" Las ovejas no están en el confort y lujo del palacio rodeadas
de servicios y de mimos para cultivar el egocentrismo. Las ovejas están
en el campo, donde hay que transitar entre senderos peligrosos, lobos rapaces,
serpientes ponzoñosas, y desiertos áridos. Pero el Pastor con su cayado es el
precursor, y el habla y canta y llama, El consuela, estimula. Cada palabra que
sale de Su boca es un puñado de sustento para el camino, donde nuestra única
preocupación es alimentarnos y beber, porque El tiene cuidado de nosotras. Sus
ovejas oyen Su voz y le siguen. Cuando lo encontramos, allí encontramos nuestra
salud, allí se llenará nuestra boca de risa, allí nuestras fuerzas serán
renovadas y remontaremos vuelo como las águilas, allí nuestro lamento se
tornara en canción y nuestro luto en danza. Allí, aun con las marcas visibles
que el mundo ha dejado en nuestra piel ahora morena, somos halladas
hermosas porque el Amado puede ver mas allá de la piel, El puede
contemplar nuestra verdadera belleza la que perdura, la que trasciende, la que
es eterna. Ya no seremos mas vagabundas sino bienvenidas a la dulce e intima comunión
con Aquel que ama nuestra alma. Y El, nuestro Rey entonces nos introduce
a su alcoba donde nos hablará al corazón y nos dirá palabras que hombre alguno jamás
pueda reproducir. Allí nos hablará El de nuestra hermosura.
Cantar de los Cantares 1:15 ¡Cuán bella
eres, amada mía! ¡Cuán bella eres!
Manada
pequeña, no temas, oye hoy su voz y síguelo.
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