Judas 1:24 A aquel, pues, que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros delante de su gloria irreprensibles, con grande alegría.
Para quien ha pasado gran parte de su vida, particularmente su niñez en un ámbito de tristeza y temor, es muy difícil imaginar que el propósito de Dios es que sus criaturas vivan en un permanente estado de alegría, pues que esa es también su esfera.
Hay en las escrituras innumerables pasajes que hablan de la alegría que pertenece a Dios, que emana de Él, lo envuelve, que flota a Su alrededor y que por lo tanto reviste a los suyos. Su alegría está vinculada fundamentalmente al más hermoso de todos los afectos, el amor, que manifestado a través de su Hermoso Hijo el Señor Jesucristo nos imparte paz, pureza, sanidad, esperanza, consuelo, fortaleza, y sus gracias continúan.
Y es por eso que la paradoja se cumple en nosotros, que mientras nos entristece sobremanera el pecado que nos punza permanentemente para separarnos de Él, o que nos conmueve por lo desbastador que es en la vida de los que amamos como así mismo en toda Su creación; el manantial de esperanza nos empuja mas allá de la tristeza causada por la realidad efímera de nuestra vida ,y nos eleva a la cumbre de Pisga en el Monte Nebo, desde donde contemplamos la gloria de la eternidad venidera y es así que la alegría arrebata nuestro corazón, nuestra mente, nuestro espíritu y permanecemos seguros en el entorno de Dios.
Sin duda todas las criaturas de Dios llevan en su ADN esta imagen y semejanza del Creador, pero la ausencia de vida que solo el Espíritu Santo provee, los arrastra en una desafortunada búsqueda insaciable de placer, indulgencia y egocentrismo que como las garras del león en la corteza de los árboles van dejando surcos de desilusión y vacios cada vez más dolorosos.
Mas Cristo en nosotros es canción y danza; risa y lenguaje deleitoso,; armonía y calma; quietud y silencio; almohada mullida y sueño reparador; agua fresca y pan sustancioso; jardín aromático y fruta deliciosa. Su compañía es cautivante, su aroma es renovador, su voz marea azul y sus manos brisa balsámica.
Es así como El nos presenta delante de la gloria del Padre irreprensibles, con grande alegría la de Él y la nuestra.
Amiga, levantate, Cristo te ha fortalecido. Caminá, Cristo ha roto tus cadenas. Extendé tu manos, Cristo tiene tu abundante porción de alegría para hoy. Recibila….
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